Las ruinas romanas de Lixus están situadas en la orilla derecha del estuario del río Lucus, a unos cuatro kilómetros al norte de Larache, sobre una colina situada entre el río y el océano, con magnificas vistas de la costa y del río.
Se accede al yacimiento arqueológico desde la Carretera de Larache a Tánger tomando un cruce situado a 4 kilómetros de Larache y a 80 kilómetros de Tánger.
Para visitar las ruinas no hay que pagar entrada, siempre hay algún guía dispuesto a mostrar los restos arqueológicos a cambio de una propina.
Destacan las ruinas del templo, las termas, el anfiteatro y las fabricas de salazones.
En el siglo VIII a. C. los fenicios fundaron una colonia en Lixus. Les
siguieron los cartagineses, los mauritanos del rey Juba II y, por fin, los romanos.
El año 40 d.C., siendo Claudio el César de Roma, se fundó en Lixus una colonia de la Mauritania Tingitania que se mantuvo activa durante casi cuatro siglos hasta que en el siglo V fue abandonada por el actual emplazamiento de Larache.
Lixus poseía una factoría pesquera donde producía salazones y garum, una
salsa hecha de vísceras fermentadas de pescado que era considerada por los
habitantes de la antigua Roma como un alimento afrodisíaco y solamente era
consumido por las clases altas de la sociedad.
El garum mezclado con vino, vinagre, pimienta, aceite y agua, servía para aliñar y condimentar otros alimentos. También se empleó en medicina y cosmética.
Lixus es uno de los lugares donde, según la mitología, podría haber estado ubicado el Jardín de las Hespérides.
Las Hespérides eran las ninfas que cuidaban de un maravilloso jardín que
daba manzanas de oro que proporcionaban la inmortalidad.
Los manzanos fueron plantados con las semillas que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus.
Las Hespérides tenían que cuidar las manzanas pero, como Hera no se fiaba
de ellas, dejó también en el jardín un dragón de cien cabezas, llamado Ladón, que nunca dormía.
Uno de los trabajos de Heracles (Hércules) consistió en robar las manzanas
del Jardín de las Hespérides.
Autor: badr hamy